Mandala es una palabra que viene del sánscrito y que, en esencia, significa círculo. Este antiguo idioma también le da otras acepciones, muchas de ellas relacionadas con lo natural y lo humano.
Los mandalas en la naturaleza son más frecuentes de lo que pueda parecerte, como verás más adelante. Se encuentran en muchos lugares y, solamente, tienes que aprender a verlos, o crear los tuyos.
Este círculo mágico, de esplendorosa sencillez o de gran complejidad, nos brinda varias dimensiones para su interpretación. Puedes entenderlo como una travesía hacia el centro y desde el centro. Este último, inmóvil, es la semilla o fuente de lo diverso, lo que se encuentra en la periferia. Este símbolo es un disco que concentra la energía para conectarnos con nosotros mismos y con lo divino o lo universal en todo lo existente, ya que contiene en esquema lo sustancial del universo.
También representa, al mismo tiempo, la integración y la desintegración, una transformación continua del todo en sus partes y de las partes en el todo. El movimiento de la zona exterior es perpetuo e inmutable mientras el centro contiene el universo. Esta lectura del mandala es la que puede proporcionarte la calma interior y la paz espiritual.
Para ampliar el significado
El círculo inscrito en un mandala puede estar sujeto a muchas interpretaciones, algunas de las cuales se relacionan con lo natural. En la enciclopedia sánscrita Brijad-samjitá se menciona cómo la luz solar y la lunar dibujan un halo. Según el texto épico Majabhárata, la palabra significa también cuerpo, bandada, grupo o multitud. Este último significado puedes comprenderlo mejor en el ordenamiento circular de las tropas en la antigüedad o en la danza concéntrica en honor a Radha y Krisna.
Estos círculos tienen varios efectos positivos sobre ti, ya que son un poderoso vehículo para la meditación activa. Producen relajación y estimulan la paciencia, la intuición y la creatividad. Todos los tipos de mandalas están representados en muchos elementos naturales, pues el universo contiene toda la naturaleza y las distintas energías que emanan de ella.
Si te preguntas ¿por que veo mandalas en la naturaleza?, la respuesta es que están presentes siempre. Son la expresión de la pauta común que es compartida por todo lo creado y de ahí que estén en todas partes. No tienes más que prestar un poco de atención para descubrirlos, lo que te resultará cada vez más fácil.
Diferentes culturas han utilizado estos símbolos, bien como tales, con los significados originales que ya te comentamos, o preservando el diseño básico y atribuyéndoles simbolismos diversos. Muchos de ellos guardan relación con lo natural y con lo cósmico.
Budistas
Se elaboran en formas y tonos muy vistosos, con abigarradas figuras interiores, y pueden percibirse de forma tridimensional. Seguramente, conoces la ceremonia en la cual estos mandalas, elaborados con un elemento natural como la arena de colores, se hacen con el propósito de destruirlos al finalizar.
Previamente, se bendicen, y parte de la arena se entrega a los presentes como un talismán. La otra porción se arroja a un río, para que regrese a la naturaleza. Este rito es una manera de recordarnos que lo material es transitorio y que las acciones no deben servir para obtener beneficio.
Aborígenes
Los nativos de Australia diseñan estos círculos que se inspiran en los sueños y, por esta razón, a su mitología se la conoce también como historias del Tiempo del Sueño. El propósito es expresar lo que revela el inconsciente, así como la conexión entre lo espiritual y lo natural. Se dibujan también algunos elementos que representan la energía de la Tierra: reptiles como la Serpiente Arcoíris, que vive en las pozas profundas, paisajes con significado especial e insectos.
Celtas
Los círculos creados por esta civilización representan un riquísimo mundo de seres sobrenaturales y mitos. Labrados en piedra, en ellos se trazaban runas y figuras geométricas para expresar ciclos como el día y la noche, los solsticios y los equinoccios. Uno de los más conocidos es el árbol de la vida.
Aztecas
Seguramente, conoces muy bien el Calendario Azteca, esa sublime obra de arte. Su verdadero nombre es Sol en Movimiento, y representa la relación entre el ritmo vital y el origen del cosmos. Funciona como un espejo, donde puedes verte a ti mismo y también al universo.
Cristianos
La cristiandad ha utilizado los mandalas para conectar a la feligresía con lo divino. La luz natural que entra por los cristales de colores de los rosetones góticos crea una atmósfera de elevación y recogimiento. Las mandorlas, palabra que deriva del italiano y significa almendra, es el óvalo que rodea a los personajes sagrados y su propósito es evocar la esfera celeste. El símbolo del pez se ha encontrado en algunas iglesias muy antiguas, pero diseñado con dos, que nadan alrededor de un centro estático, lo que también constituye un círculo místico.
Si te preguntas dónde puedes encontrarlos en la naturaleza y lo piensas un poco, verás que los hay en todas partes. Están en los bosques, los jardines y las playas; en los huertos y por extensión, en los mercados y en tu cocina. Además, vives en un círculo mágico, pues el centro solar y los planetas en su curso lo constituyen.
En los bosques y jardines
Estos espacios naturales están llenos de mandalas. Puedes verlos en las telas de araña y en las flores, especialmente, en las que tienen un centro redondo, como los girasoles, o las de cinco pétalos. El agua de los arroyos y ríos puede formar remolinos, donde también podrás percibir el movimiento de la periferia y la relativa calma del centro.
Los cristales de algunos minerales son concéntricos, igual que algunos frutos, como las piñas. El patrón de crecimiento de los cactus y de las plantas suculentas sigue también este diseño. En los troncos cortados verás estos círculos mágicos, así como en las hojas jóvenes de los helechos, cuando están desenrollándose. Los cristales de nieve, en invierno, constituyen hermosos diseños. Otra expresión que puedes percibir en bosques, prados y jardines es el ciclo de las estaciones y el de crecimiento y reproducción de plantas y animales.
En el mercado
Muchas hortalizas y frutas evocan a los mandalas, no tienes más que cortarlas por la mitad y verás que sus elementos se disponen de forma concéntrica. Los tomates, granadas, kiwis, manzanas y frutas cítricas son el mejor ejemplo. La naranja es quizás el más evidente, ya que la piel es perfectamente circular cuando está abierta y las semillas, que contienen todas las partes, están en el centro. El romanescu, esa variedad de coliflor italiana de vívido color verde, contiene muchos espirales en su inflorescencia.
Mandalas mudra
Tu cuerpo también forma parte de la naturaleza y puede que te sorprenda saber que las diferentes posiciones de las manos pueden constituir también círculos mágicos. Se les llama mandalas mudra, palabra que significa gestos sagrados, y se adoptan durante la meditación. Algunos de los más utilizados son el yoni mudra, que equilibra y calma el estrés, el gyan mudra que aumenta la sabiduría o el shuni mudra para la paciencia, la responsabilidad y el compromiso. El dhyana mudra tiene el poder de disipar la ira.
En el mar
La playa puede ser el lugar de descubrimiento de las los más hermosos mandalas. Las espirales que trazan las nubes y las olas en su eterno movimiento lo son. Las caracolas, vistas desde su cúspide, constituyen espirales perfectas, con el nácar que gira en torno a un eje. En los caparazones de las tortugas, las estrellas de mar, los corales, los crustáceos y las anémonas también puedes percibir este diseño universal.
Si tienes hijos pequeños, un ejercicio divertido que los ayudará a familiarizarse con estos símbolos y sus beneficios es componer uno con elementos naturales. No necesitarás más que una cesta y unas tijeras. Recuerda que estos círculos ayudan a controlar la ansiedad y fomentan una vigorosa conexión espiritual con el entorno. Los niños pueden aprender nuevas formas de expresión y esta práctica los estimula desde el punto de vista sensorial.
En un día es posible construir varios mandalas de origen natural. Dando un paseo por la mañana vais a recolectar piedras pequeñas, preferiblemente de colores. También, dependiendo del lugar elegido, piñas, bellotas, flores, hojas o conchas. Los nidos abandonados de pájaros podrán ocupar el lugar central.
Una vez en casa hay que organizar los materiales recopilados de forma concéntrica. Deja que los niños tomen la iniciativa y puede que te sorprenda el resultado, pues probablemente su natural intuición les dará la pauta para disponerlo todo de la mejor manera. Si alguno queda especialmente bonito, puedes preservarlo pegando los componentes en una cartulina y ahí tienes tu cuadro de mandala listo para ser expuesto y contemplarlo.
Los mandalas en la naturaleza están ahí para que los disfrutes y aprendas de ellos, pues son tan parte del cosmos como tú y puedes descubrirlos cada día. De esta manera comprenderás la importancia que tienen estos símbolos para tu esfera espiritual.
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