El Mandala representa el círculo, forma primitiva del cosmos del que surgieron las demás formas.
El Sol y la Luna son círculos, como los centenares de millones de estrellas del cielo.
Las fotos tomadas por el telescopio espacial Hubble nos detallan con un grado de aspecto impresionante las galaxias espirales y el desplazamiento circular de los planetas.
Comprendemos que la misma Tierra es una esfera colosal que vuela por el espacio y que da un giro cerca del astro ardiente que nos da la vida, el Sol. Aún así, nos sigue pareciendo que el Sol es el que se mueve por nuestro cielo, tazando un monumental arco.
Como todos los humanos que nos han precedido, nos imaginamos que la Tierra en que vivimos no se mueve, y que el que se desplaza es nuestro sol, que sale por el este y se pone por el oeste.
En nuestro mundo, que es cambiante y continuamente dinámico, los átomos y las células permanecen mezclándose constantemente para hacer las maneras innumerables de la existencia.
En una flor, en un copo de nieve o en los anillos del tronco de un árbol, se puede ver un desarrollo hacia el exterior a partir de un componente clave. Los hindúes llamaban a este punto bindu, o punto sagrado, fuente de la que emana todo.
Las fuerzas opuestas del Yin y el Yang
Para los viejos taoístas chinos, el círculo vacío simbolizaba el wu chi o tao, un vacío fértil del que aparece el cosmos.
El wu chi otorgó a luz una unidad orgánica primitiva de la que surgieron 2 fuerzas opuestas, el yin y el yang. Estas fuerzas fluidas se entrelazan mutuamente sin cesar, en una armonía y equilibrio perfecto.
La forma y lo informe
La física actualizada cree que el cosmos se inició a partir del Big Bang. Una explosión que surge de un único átomo primitivo que a lo mejor abarcaba al mismo tiempo la lo que tiene y no tiene forma.
Para el gran monje y japonés Sengéi (1750-1837), el círculo representaba el infinito, los principios de todos los seres.
Los matemáticos, por su parte, nos dicen que el círculo tiene centro, sin embargo el punto en el centro del círculo no posee dimensión alguna.
El Mandala simboliza lo sagrado e indescriptible que está en el interior de la realidad diaria.
Este ente sagrado (el centro del círculo) no posee forma y magnitudes. No tiene límites y es eteno. No tiene inicio ni fin.
Como mencionan en la escritura budista Sutra del Corazón : “Todas las cosas estén vacías. Nada nace, nadie muere”.