Los mandalas son símbolos utilizados en el arte sagrado de las tradiciones tibetanas e indias. Su principal función consiste en tranquilizar y calmar el espíritu. Contemplarlos te ayuda a relajarte y activa tu concentración. Son, sobre todo en el budismo, símbolos de la meditación, pero también se asocian en otras religiones con aspectos adicionales como la unión, la integridad, la totalidad y la sanación.
Etimológicamente, la palabra «mandala» significa círculo mágico o sagrado; no en vano, en las religiones vinculadas al budismo y al hinduismo se asocia con el círculo de la vida. En su presencia se combinan el orden y la belleza, así como los colores, que constituyen uno de los factores más determinantes en el efecto emocional y psicológico de los mandalas pintados.
Si te interesan los cuadros de mandalas, te atrae la meditación o, simplemente, te gusta aprender y sientes curiosidad por el significado de los colores en un mandala, estás en el artículo idóneo. ¡Sigue leyendo, porque entramos en materia en el siguiente epígrafe!
El mandala no es solamente un dibujo más o menos atractivo. Se trata de una pieza que fusiona lo contemplativo con lo religioso, capaz de influirnos y generar en nuestra realidad un estado diferente. Mirar uno o varios de ellos relaja y tiene poderes sanadores. Ahora, además, es posible colorear estos dibujos de mandala, lo cual tiene también efectos terapéuticos. ¿Cómo y por qué nos ayudan estas prácticas? Fundamentalmente, porque sacan nuestras emociones al exterior: las positivas te inundan de energía y las negativas se liberan y se alejan de ti.
Ha quedado perfectamente demostrado, tras tantos años de uso, que los mandalas expresan y provocan estados de ánimos y sentimientos. Esto sucede tanto al crearlos como al observarlos.
En ambos casos, el cromatismo es una de las cuestiones capitales en esta influencia emocional y mental. Por eso es importante conocer de antemano, aunque sea grosso modo, los efectos y significados de estos colores. Es decir, conocer en los mandalas que significan los colores. ¿Quieres descubrirlo en este post?
Es uno de los colores más vistosos y atractivos de la paleta cromática. Es el color del corazón, la sangre y las pasiones, por lo que siempre se ha asociado a la vida, la vitalidad, el dinamismo y la energía más pura. En general, se interpreta siempre como un color excitante, cálido, sociable y que aporta protección. Asimismo, es el color de los apetitos, especialmente los sexuales, por lo que se asocia también a lo carnal, el erotismo y los placeres, a veces prohibidos.
El rojo representa, por otra parte, la pasión, el valor, los impulsos, la fuerza, el sentimiento y la acción. Por todo ello, suele recomendarse su contemplación a las personas que necesitan trabajar energías relacionadas con los afectos, el amor, las pasiones y el orgullo. Está vinculado a la alegría, más específicamente a la euforia, por lo que suele generar exaltación, dinamismo y buena onda.
Sin embargo, incorpora una vertiente negativa asociada a la agresividad, el peligro y las guerras. La observación de este color predominando en un mandala te animará hacia la acción, la sensibilidad y lo intenso. Desde luego, no te quedarás indiferente.
Es uno de los colores más energéticos del universo y en un mandala es sinónimo siempre de energía, felicidad, luminosidad, diversión, innovación, inteligencia y optimismo. Se asocia muy directamente a las relaciones sociales y, dado que es el color de la luz, tiene la capacidad de iluminarte, sobre todo después de un trastorno emocional o afectivo.
Sin embargo, el amarillo es uno de los colores más contradictorios que existen, porque presenta interpretaciones contrapuestas. Así, además de sus significados de calor, luz, juventud, afectividad, excitación y energía, representa los lujos y las riquezas, la cobardía, la mentira y la impulsividad descontrolada.
A caballo entre el amarillo y el rojo, el naranja siempre se ha vinculado a la creatividad, el flujo de ideas, la imaginación y el diseño. Transmite calidez, estímulo y dinamismo positivo, porque representa la energía que se expande, irradia y envuelve a los demás.
Es una tonalidad muy estimulante que potencia la autoconfianza y la autoestima, por lo que su contemplación suele recomendarse a personas que tienen dudas y carencias sobre su valía. En las dosis adecuadas, suscita optimismo, entusiasmo y, además, se asocia con la salud, la fraternidad, la vitalidad, el movimiento y el éxito.
Este tono siempre se ha asociado a la suavidad, la dulzura y la delicadeza. Calma y refleja la amistad, la sensibilidad, la armonía, el buen humor y, también, la gratitud. Cuando nos sentimos agradecidos, a menudo, tendemos a contemplar este color en un mandala. También viene bien su observación cuando buscamos relax, sosiego y calma, ya que sus efectos tranquilizadores surgen de forma inmediata.
El rosa, en definitiva, es un tono vinculado a la dulzura, el encanto y la amistad, por lo que su presencia suele generar sensaciones agradables, sutiles, regeneradoras y relajantes.
¿Cómo piensas que puede interpretarse el color del cielo, el aire y el mar en los cuadros de mandalas? Representa estados de ánimo próximos a la paciencia, la calma, la equidad, la felicidad y el sosiego. Si deseas sentir serenidad y equilibrio, es una estupenda elección.
Eso sí, se vincula mucho más a sentimientos de seriedad o tristeza que a la alegría, porque es un color frío e inmaterial. Visualmente, aleja del foco de atención, lo cual es coherente con su vinculación a conceptos como la profundidad o el infinito.
Figura ente los cromatismos más característicos de la introversión. Por ello, puedes utilizarlo también para adentrarte en ti mismo y profundizar mucho más en ese mundo interior que te caracteriza. Se relaciona con la imaginación, lo espiritual, lo mágico y lo melancólico. Es, de hecho, un color místico que, tradicionalmente, se ha asociado al cambio de lo positivo a lo negativo. En este sentido, si te encuentras mal y anhelas modificar las cosas, te vendrá muy bien incluirlo en tus mandalas pintados.
Posiblemente, porque se vincula a la sexualidad y a la magia, el violeta o púrpura genera sensaciones de poder y, a menudo, es capaz de elevarte por encima de ti mismo. Junto a la espiritualidad, el misticismo, el romanticismo y el poder, conceptos todos ellos positivos, también puede conectarte con la autoridad y la manipulación. ¡Ten cuidado con ello!
Su refrescante presencia en la naturaleza lo convierte en un color conectado con el crecimiento, la estabilidad y el rejuvenecimiento. Es también, como todos sabemos, el color de la esperanza y, en el ámbito mandala, se vincula sobre todo a la curación de las heridas emocionales. Fundamentalmente, te aporta equilibrio, reduce las estridencias internas y te permite adquirir un estado inalterado.
Tanto es así que el verde es considerado el color más sedante y tranquilizador que existe. Genera una calma indiferente, libre de tristeza, pasión o alegría, por lo que es idóneo para introducirse en estados meditativos neutros. Por supuesto, evoca la vegetación, el ecologismo, la naturaleza y la frescura.
Vamos a hablarte ahora del tono de la tierra, lo material y lo natural. Su influencia emocional más evidente es su vínculo con la necesidad de echar raíces, de hallar un espacio propio en el mundo. Plasma, a menudo, el deseo de conexión con la vida en crecimiento y sus cuidados.
Aunque no es el más espectacular y vistoso, el marrón o pardo es un color robusto que refuerza tus valores. Si buscas estabilidad y firmeza, es el cromatismo que te interesará encontrar en los cuadros mandalas.
En el plano estético, el gris es la neutralidad y tiene la capacidad de potenciar la intensidad de los colores que acompaña. No es de extrañar, por ello, que se asocie en un mandala con la formalidad, la elegancia, la seriedad y el orden. Sin embargo, también se vincula a la pasividad, la ausencia de energía, la melancolía y la cesión del control a las fuerzas ajenas. Se encuentra firmemente vinculado a la indecisión, las dudas incontroladas, el bloqueo de la mente y la ausencia de ilusiones.
Su principal rasgo positivo es el equilibrio. Se encuentra a medio camino entre el blanco y el negro, cuyos atributos conecta y relaciona. Por todo ello, no es el color más recomendable para admirar en un mandala, a no ser precisamente que estés buscando eso: parar el ritmo, acercarte a la pasividad y generarte algunas dudas nuevas porque crees que muestras demasiada seguridad en tu vida.
No olvides, por último, que el gris es un potenciador cromático de sus acompañantes, por lo que puedes utilizarlo en dosis pequeñas para enfatizar los efectos de los otros colores empleados.
¿Y qué podemos decirte sobre el color de la noche? Que se asocia a la oscuridad, el miedo, el silencio y el misterio. Se opone al blanco y representa la muerte, la pena, el mal, lo impuro, la soledad y la desolación. Sin embargo, cuando posee brillo se vincula a la elegancia, la nobleza, el prestigio y el poder.
El negro, a efectos prácticos, te alerta sobre tus miedos, los que te paralizan y te impiden continuar. Como aspectos positivos, se vincula a la profundidad, la independencia y el poder.
Aspectos como la pureza, la inocencia, la claridad y el optimismo quedan reflejados por el color blanco, el cual también te conecta con la longevidad y la perfección. Te ayuda a liberar la mente, a limpiarla, pues genera una percepción de vacío positivo e infinito que suele resultar estimulante.
En términos de diseño, además, es el color de fondo universal, por lo que permite potenciar el efecto de los tonos que se le sobreponen. En algunas culturas orientales, sin embargo, es sinónimo de dolor y duelo. A la hora de contemplar un mandala se puede percibir como la ausencia de color, en cuyo caso la interpretación que hay que realizar es, radicalmente, distinta.
Aunque su primera asociación con el oro lo conecta con la riqueza, el lujo y la exclusividad, lo cierto es que su interpretación en un mandala se eleva, sustancialmente, por encima de esos rasgos. Representa, siempre, un estado superior de consciencia. Indica sabiduría, amor propio y lucidez, por lo que muchas personas sensibles lo emplean en sus mejores días para multiplicar esos aspectos.
No hay que olvidar que pocos colores superan al dorado en la generación de atributos como la claridad, la vitalidad, la lucidez y el conocimiento. Si aspiras a alcanzar la perfección espiritual, apuesta por él de vez en cuando.
Terminamos con el puente cromático que conecta el cielo y la tierra, al tiempo que media entre lo espiritual y la materia. El arcoíris combina una multiplicidad de cromatismos que se asocian con la armonía, la apertura, la propia convivencia y la alegría. Entronca también el juego, la diversión y la dicha, por lo que suele convertirse en un estímulo positivo para ti si lo contemplas.
Además, simbólicamente, representa los distintos focos de la conciencia humana. Cuando te dedicas a admirar un mandala con múltiples cromatismos, el arcoíris te ayuda a concentrarte y a evolucionar como individuo empoderado
Una vez que has conocido el significado de los colores en un mandala, seguramente, te habrás sentido atraído por esta fascinante fuente de autoconocimiento, liberación, equilibrio personal y bienestar emocional.
Como has visto, cada color se asocia a determinados conceptos, estados de ánimo y características, por lo que son capaces de influir en tu interior, canalizar energías, animarte o relajarte y proporcionarte los estímulos que necesitas en cada momento.
Su aplicación es doble: anticipativa y reactiva. Puedes crear mandalas pintados o contemplarlos en los colores que, en cada caso, te interesen. El resultado será beneficioso y empezarás a notarlo, interiormente, muy pronto.
Así que, no lo dudes: cuando necesites expresar o canalizar tus emociones, eliminar la energías negativas o regenerar las positivas, los mandalas y sus colores son un canal excelente para conseguirlo. Relájate con ellos, medita y potencia tu interior gracias a ellos.
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